
En el intrincado mundo de la música, donde los mensajes se transmiten a través de un conjunto de símbolos sobre los cuales hemos acordado y que crece incesantemente, es necesario mantener la sensación de claridad y, tener en cuenta que, sobre todo, lo más importante es el resultado final que es la ejecución. En ese sentido, la primera preocupación de un compositor o un editor musical debe ser hacer que la música sea lo más transparente y fácil de interpretar posible. Una partitura bien elaborada no es simplemente un conjunto de caracteres en una hoja de papel; es una hoja de ruta que guía a los músicos a través del laberinto de la composición.
Si bien es cierto que una partitura no puede, y en cierta medida no debe, contener cada minúscula instrucción sobre la pieza (estamos hablando de intencionalidad, emociones o incluso estados mentales) puesto que, es la labor del intérprete hacer un análisis exhaustivo de la música e incluso poner ideas propias en su interpretación de una pieza musical. También es cierto que el compositor debe hacer todo lo que esté en sus manos y en sus conocimientos para facilitar el trabajo del intérprete en vez de dificultarlo; esto podría hacer que la pieza sea mucho mejor recibida incluso si su nivel de dificultad es muy alto.
De otro modo, una pieza musical que sea técnicamente difícil y esté escrita de tal manera que haga que la interpretación sea aún más difícil puede no ser muy bien recibida, por muy interesante que sea. Es primordial mantener un equilibrio entre la innovación en la notación musical y la precisión. Hay incontables ejemplos en el mundo de los compositores en los que una partitura mal presentada ha provocado que quede fuera de un programa o que sea dejada de lado por ser una molestia de ensayar. Por lo tanto, es necesario que, como compositores, mantengamos nuestras prácticas de notación actualizadas y nuestras herramientas de composición aterrizadas al contexto en el que trabajamos.

Una notación precisa proporciona a los músicos la información necesaria para interpretar y expresar el mensaje que un compositor quiere transmitir. Sin embargo, es necesario tener cuidado con la cantidad de información que se brinda; Hay autores que sostienen que hoy en día los compositores dan demasiada información y que las partituras modernas están repletas de signos, símbolos y explicaciones. Por lo tanto, se vuelve relevante que el compositor se asegure de evitar el desorden y la acumulación de información a toda costa, ya sea que provenga de habilidades de notación/edición deficientes o de un exceso de detalles. John Evarts afirma que la notación interesa vitalmente tanto a los compositores como a los intérpretes, ya que es su principal modo de comunicación; y que algunos compositores están haciendo la vida difícil a los intérpretes, directores y, hasta cierto punto, también a los editores. Esto, como lo hemos dicho ya antes, puede jugar en contra del compositor a la hora de hacer conocer su música.
Es difícil culpar a un lado o al otro; siempre es importante recordar que, en algún momento de la historia de la música, mucho antes de la invención de la imprenta, los compositores tenían formas muy limitadas de transmitir su música y, de hecho, de dar instrucciones claras sobre cómo debía reproducirse y, es por ello que se desarrolló un sistema de notación que se ha enriquecido con cada generación de compositores que ha existido y que han creado sus propias pequeñas formas de transmitir sus ideas; de esto hay ejemplos a través de toda la historia de la música puesto que todos los compositores tenemos la necesidad de buscar la forma de comunicar los matices de la música que escribimos.
Por lo tanto, a medida que se desarrollan las ideas musicales, también debe hacerlo la notación musical y, a medida que la música se vuelve cada vez más global y el intercambio entre músicos de diferentes culturas se vuelve cada vez más intenso, la necesidad de una lengua franca se vuelve cada vez más relevante; es por esto que el sistema actual que se utiliza en la mayoría de países donde se enseña el sistema de notación occidental tiene que adaptarse a las diferentes formas de entender la música. Eso significa que los nuevos desarrollos en notación musical son inevitables y dependerán, como siempre, de la creatividad de los compositores y de la popularidad de sus obras.
